11 dic 2012

Domingo

Caía la noche y el reflejo de un farol entre los árboles alumbraba tus lágrimas. Mientras volvíamos a nuestras discusiones rutinarias, que últimamente frecuentaban mas que antes, me perdí intentando percibir tu rostro entre la penumbra. Ya no escuchaba lo que decías, ya mi reacción era mover la cabeza como un péndulo invertido, diciéndote sí a todo.
Te miraba y desmayaba en un leve ensueño. No podía concentrarme en esas vagas comparaciones acerca del status de nuestra relación.
Invente la excusa perfecta para que te acercaras a mí. Poco a poco lo fuiste haciendo con millones de palabras en la boca por escupir, pero fui mas valiente y las callé con un beso.
Cruzamos suspiros de alivio, puede que del silencio que al fin atentaba al entorno o del placer que entre tanta indiferencia encontráramos algo que compartíamos.
Y así fue. Suavemente nuestras bocas se deslizaron, y entendí de que se trataba este amor.

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