Twice Told Tale- Anderson Imbert
Perseguido por la banda de terroristas Malcolm corrió y corrió por las calles de esa ciudad extraña. Eran casi las doce de la noche. Ya sin aliento se metió en una casa abandonada. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad vio, en un rincón, aun muchacho todo asustado.
¿A usted también lo persiguen?
Sí dijo el muchacho.
Venga. Están cerca. Vamos a escondernos. En esta maldita casa tiene que haber un desván... venga.
Ambos avanzaron, subieron unas escaleras y entraron a un altillo.
Espeluznante, ¿no? murmuró el muchacho, y con un pie empujó la puerta. El cerrojo, al cerrarse sonó con un clic exacto, limpio y vibrante.
¡Ay, no debió cerrarla! Ábrala otra vez. ¿Cómo vamos a oírlos, si vienen?
El muchacho no se movió. Malcolm, entonces, quiso abrir la puerta, pero no tenía picaporte. El cierre, por dentro, era hermético.
¡Dios mío! Nos hemos quedado encerrados.
¿Nos? -dijo el muchacho . Los dos, no; solamente uno.
Y Malcolm vio cómo el muchacho atravesaba la pared y desaparecía.
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